Con las personas con las que hablo últimamente, me dicen:
- Ey! ¿Por qué no haces más fotos y las subes? (...) Yo estaría todo el rato con la cámara en la mano.
Y es cierto. Antes de venir, pensaba que estaría todo el día haciendo fotos y que cansaría a todo el mundo con ellas. Pero cuando llegué aquí, el primer día tan sólo quería saber donde me encontraba y el segundo, era como si estuviera aquí toda la vida.
Es cierto que me sigo perdiendo en el metro y que a veces me confundo con el orden de las avenidas y tengo que dar la vuelta, pero cuando voy paseando, lo hago como si paseara por Madrid. Este sitio tiene una magia que te atrapa y te convierte en una habitante más. Y claro, parece todo tan cotidiano que no sientes necesidad de fotografiar nada. Curioso.